Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron y subieron en una barca... (Juan 21:3) nos regocijamos en extremo cuando llegamos a las playas del mar (1 Nefi 17:6)

15 diciembre 2010

Navidad y el Servicio a Otros

Familias de los pescadores
No era mucho, pero sí, era evidencia que alguien vió en nosotros una chispa de confianza. El dueño del servicio de pesca nos pidió regalos de navidad para sus nietos. Llevamos para 13 niños.

Érase una vez en un lejano país un Rey que no era feliz. Compraba las especias más exquisitas del Oriente, se vestía con los paños más finos, comía los manjares más deliciosos y... no era feliz.

Niños de los pecadores
Los consejeros del reino buscaban y buscaban entre lo más bello, lo más caro y único del planeta, aquello que pudiera hacerle sentir satisfecho de la vida y, por más que le ponían regalos a sus pies, el rey era incapaz de sentirse en paz consigo mismo.

Un día llegó un rumor: en el reino había un hombre que decía que era inmensamente feliz. Busquemos su camisa - dijeron los consejeros - un hombre feliz sin duda llevará una camisa espléndida, digna de su dicha. Buscaron y buscaron por aldeas y pueblos sin hallarlo, hasta que un día encontraron en un paraje remoto y escondido a un aldeano que les indicó que el conocía a ese hombre y que era realmente feliz.

La felicidad no es la destinación,
es el viaje.
El Rey acudió con todo su séquito y la guardia prendió al hombre y lo llevó ante el Rey. Este le preguntó -Eres realmente feliz? - Si majestad, contestó el hombre asombrado de que el Rey se ocupara de su felicidad. Entonces ¡Dame tu camisa ¡, le exigió el Rey . -Disculpe Majestad. Soy cabrero y ando todo el año por los pastos y montes con mi rebaño. En verano hace calor y no necesito camisa, en invierno me cubro con una suave manta de lana de oveja y no necesito camisa.

Se divierte pescando a los grandes
y a los pequeños igual.
El Rey dejó su propia camisa, se puso a preocuparse por las necesidades del rebaño, y escuchó al hombre hablarle de lo bello de la tierra y los cielos. Aprendió a olvidarse de si mismo y buscar el bien de otros, y halló la felicidad.

Los que nos guiaron recibieron más que el pago,
también les damos agradecimiento, y buenos consejos.
Como dijo el Rey Benjamín: "todo cuanto Dios requiere es que guardéis sus mandamientos; y os ha prometido que si guardáis sus mandamientos, prosperaréis en la tierra; y él nunca varía de lo que ha dicho; por tanto, si guardáis sus mandamientos, él os bendice y os hace prosperar... cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, sólo estáis al servicio de vuestro Dios." (Mosiah 2, 17, 12).
Juan 21:6
Hay que escuchar a
la voz del Señor.